La transpiración de las plantas

LA TRANSPIRACIÓN DE LAS PLANTAS

Si durante un paseo en un sofocante día de verano, después de haber caminado al sol respirando aire cálido y seco, nos adentramos en un bosque, adver­timos rápidamente una viva sensación de alivio. Vuelve el buen humor y se torna a caminar con nuevos bríos. No se trata solamente del efecto benéfico de la sombra, pues ésta puede ser producida también por una simple tapia o un techado; en el bosque que nos conforta, además de la sombra, existe un alto grado de humedad en el aire; y nues­tra piel y las vías respiratorias aprovechan los efectos posi­tivamente saludables del contacto con el bosque.


UNA SIMPLE EXPERIENCIA
¿Entonces las plantas humedecen el aire? Ciertamente, y podemos comprobarlo con una simple experiencia.
Coloquemos una plantita en maceta bajo una campana de vidrio herméticamente cerrada. Es necesario que el vi­drio esté frío y que sea mante­nido en este estado por cualquier medio. Sabemos que el frío con­densa el vapor. Después de un tiempo, observemos que la super­ficie interna de la campana se cu­bre lentamente de gotitas de agua. ¿Quién ha producido el vapor? La planta. Los estudiosos de fisiolo­gía vegetal, para controlar este fenómeno han construid9 ingenio­sos y precisos aparatos que les han permitido conocer la cantidad de vapor, o sea, de agua, emitida en un determinado tiempo por las dis­tintas clases de plantas. Y han ob­tenido resultados sorprendentes, casi increíbles, si se tiene en cuen­ta su escrupulosa precisión.
   En conclusión, aproximadamente el 60 % de la cantidad de agua que se vierte sobre el bosque con las lluvias vuelve a la atmósfera, o sea de donde proviene, con la exudación de las plantas. Esto es bastante para influir decididamente sobre el clima de la zona, aumentando la lluviosidad. Y es comprensible cómo, al talar un bosque, pueda volverse más seco el aire del lugar, y más húmedo, y hasta pantanoso, el terreno al cual no se le quita ya la humedad mediante la evaporación de tanta cantidad de agua.


¿POR QUÉ TRANSPIRAN LAS PLANTAS?
Sabemos que las plantas, para nutrirse, absorben del te­rreno, con las raíces, agua que contiene disueltas las sus­tancias minerales necesarias para su vida. Pero no debe creerse que se trata de una solución muy "rica": en cada litro de agua absorbida no hay más que 1 ó 2 gramos de sustancias útiles a la planta. En consecuencia, una planta, para nutrirse suficientemente, debe absorber del terreno una notable cantidad de agua.
¿Ya dónde irá a parar toda esta agua que incesantemente "entra" en la planta y asciende a lo largo de su tallo hacia las hojas? La planta no puede conservarla en su interior. Aquí interviene el mecanismo de la "transpiración", que permite a la planta librarse del agua (que sirve únicamen­te de "vehículo") y retener sólo las sustancias nutritivas.


CÓMO SE DESARROLLA LA TRANSPIRACIÓN
La transpiración del agua de las plantas se realiza casi total­mente a través de la superficie de sus hojas, y más precisamen­te a través de esas microscópicas aberturas que se encuentran en las hojas, generalmente en el envés, y que se llaman "esto­mas" (que significa bocas). En los días de intensa transpiración, cada uno de estos millones de estomas emite un sutilísimo hilo de vapor, similar al de la chimenea de una locomotora.
Pero es aún más maravilloso saber que cada estoma está pro­vista de dos células oclusivas, capaces de cerraría en parte o completamente. De este modo la planta puede regular la canti­dad de agua que debe emitir en relación con aquella que las raí­ces logran absorber, y evitar el peligro de desecarse.